lunes, 2 de febrero de 2009

Exponiendo...

A veces, cuando camino por la calle, miro a todos los hombres que pasan por mi lado preguntándome si alguno de ellos será mi próximo amor, si habrá alguien destinado a estar conmigo o si alguna vez encontraré a la persona que me va a acompañar en la vida. La mayoría de las veces pienso que no, que el amor se hizo para que lo disfrutaran otros, que el destino no tiene a nadie reservado para mí.
Escucho y leo todo el tiempo y por todos lados que el amor llega en el momento menos pensado, pero… WTF!!! Dónde está la parte que me toca?
Quiero creer, pero no tengo fe. Quiero sentir que también puede ser para mí, pero cada cosa que me pasa se empeña en demostrarme lo contrario.
Si bien el hecho de formar una familia no está en mis prioridades, y mis ganas de sentirme contenida no signifiquen querer casarme mañana, necesito tener a alguien al lado para compartir mis cosas, para sentir el abrazo en donde pueda descansar, para contar con el otro en momentos duros como los que me tocaron vivir.
Deseo con todo mi corazón el mimo reparador, preparar la cena con entusiasmo para dos, que los ronquidos del otro no me dejen conciliar el sueño, que el dormir cucharita me haga despertar en mitad de la noche toda transpirada por el calor.
Tengo ganas de que haya dos cepillos de dientes en lugar de uno y que el pomo de dentífrico esté apretado por el medio.
Quiero dejar de encontrar las cosas tal cual las dejé cuando salí de casa, y desocupar la mitad de mi placard, aunque eso signifique tener que regalar pantalones que no me andan, los cuales guardo con la esperanza de poder volver a meterme en ellos algún día.
Me parece que no es algo tan complicado. Son cosas que para la mayoría de la gente es normal, y para mí es más difícil que escalar el Himalaya en musculosa y ojotas.

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